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The Lancet. Volumen 354, Número 9185, 2 de octubre de 1999

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Patentar el genoma humano

El diario británico The Guardian informaba el 20 de Septiembre que representantes de los gobiernos de los EE.UU. y el Reino Unido están negociando un acuerdo, que no se ha hecho público aún, en virtud del cual ambos países apoyarían un tratado internacional informal --el Acuerdo de Bermudas—en contra de la patente del genoma humano. Uno de los principales participantes en el proyecto de secuenciación del genoma es el Wellcome Trust, cuyo director de programa, Michael J Morgan es un firme oponente de la posibilidad de que se pueda patentar el genoma: "Nuestra posición es que conforme se obtengan los datos hay que hacerlos públicos", afirma.

La discusión sobre si genoma humano o parte de él puede patentarse continuará sea cual sea la decisión a que llegue el acuerdo entre EE.UU. y el Reino Unido. Ambas naciones pueden tener una posición dominante en el proceso de desciframiento del genoma humano, pero no son de ninguna manera los únicos países participantes. Hay al menos otros 18 países que ya han establecido programas de investigación sobre el genoma, entre ellos, Corea, México, y China. Dado que las patentes concedidas en un país rara vez son transferibles a otro, la probabilidad de un acuerdo global mundial es remota. Como señala HUGO (Organización sobre el Genoma Humano) con acritud, "a veces los debates públicos sobre estos problemas se basan en una desinformación acerca de los aspectos científicos subyacentes, y nos tememos que este tipo de confusiones puedan viciar las decisiones en torno a la patentabilidad del genoma."

Para la opinión pública, los médicos, y los científicos biomédicos que no participan en el proyecto del genoma humano la información que les aportan los grupos de presión puede ser de escasa importancia. ¿Qué le importa que el HUGO y un grupo de organizaciones preocupadas por la cuestión en todo el mundo--incluidas las sociedades alemana y británica de Genética Humana, y el Consejo Nacional Italiano de Investigación Médica--estén en contra de que se pueda patentar el genoma humano, cuándo tarde o temprano todos los detalles del genoma estarán a disposición de la opinión pública? La discusión se centra en el momento oportuno. Puede que ciertas organizaciones comerciales dispongan de respuestas antes que HUGO, y patenten las secuencias, si pueden, o las mantengan en secreto hasta que pueda ponerse en marcha su explotación comercial. Es lógico que haya prisa. La búsqueda del genoma humano es considerada como la más grande empresa científica del siglo, no porque pueda suponer un coste y un esfuerzo sólo comparables a llevar al Hombre a la Luna, sino por sus profundas implicaciones para la comprensión del cuerpo humano y la nueva oportunidad que ofrece para el tratamiento y prevención de la enfermedad.

The Lancet no discute la importancia del proyecto del genoma humano, aunque nos cuestionamos si esta obsesión por el genoma es más prioritaria que una serie de medidas más simples y más urgentes para mejorar salud mundial. Tampoco discutimos el derecho de organizaciones comerciales de patentar y licenciar nuevos métodos que aporten una información explotable comercialmente. En otra ocasión (22 de mayo, p 1721) hemos señalado que el acceso libre a información fundamental es compatible con los intereses comerciales. Y aceptamos que el debate sobre los aspectos éticos de la cuestión es ya irreal. Con todo, este argumento parece ya irremediablemente tardío, ya que se han concedido patentes para las secuencias de los genomas naturales de, entre otros, un nematodo, dos pájaros, un conejo, una cobaya, y un pez.

La más grande e influyente invención del siglo 18, que ha revolucionado las civilizaciones de todo el mundo, fue el objeto de una patente concedido a James Watt en 1769. Entonces, los requisitos para patentar una invención eran similares a los que operan hoy en los EE.UU.: inventiva, no obviedad, novedad; habilidad técnica suficiente y aplicación. El artefacto de vapor de Watt cumplía estos requisitos. Posteriores refinamientos de su máquina, y de su descendiente, el dispositivo de combustión interna, han dado lugar a múltiples patentes sin que esto haya supuesto que se haya generalizado el transporte mecanizado.

Se espera que el genoma humano pueda secuenciarse en su integridad antes del 2003. Si el acuerdo de EEUU y el Reino Unido se hace operativo y es adoptado por otros países, en cooperación con HUGO, sólo puede esperarse una gran confusión. HUGO ya no se detendrá, así que es demasiado tarde para defender que los gobiernos las fundaciones benéficas que lo apoyan dejen que la secuenciación del genoma humano llegue al mercado. Puesto que la legislación sobre patentes está llena de precedentes, es también demasiado tarde para que los políticos puedan encontrar argumentos para definir al ADN humano como un caso especial. Algunos problemas son totalmente predecibles, y éste es uno de ellos.

The Lancet


Txori-Herri Medical Association, 1999

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